TEMAS RECURRENTES
Las ciudades más que evocar progreso o desarrollo, pasan a retratar - e intensificar - las injusticias y desigualdades de la sociedad.
Los asentamientos humanos no planificados fragmentan las ciudades, por un lado quedan las ciudades de los incluidos con infraestructura urbana necesaria y servicios básicos, característicos de los grupos sociales más influyentes, donde los gobiernos y los profesionales del urbanismo dirigen su atención e inversión pública y/o privada.
Del otro la negación de la ciudad, marcada por el desempleo, por la ausencia del poder publico, por la dificultad de acceso al suelo, a la vivienda digna, a la seguridad del derecho propietario, a los servicios de educación y salud, de transporte y a los espacios de entretenimiento. Para este grupo solo queda la privación de medios y recursos, la privación de la ciudadanía, la violencia, donde la única identificación resulta la marginalidad.
Exclusión territorial
Un número cada vez mayor de personas han tenido que incumplir la ley para tener un lugar para vivir. Las personas están viviendo ilegalmente en lechos de río, laderas de cerros, pendientes, áreas forestales tomadas, creando áreas marginales y periféricas alejadas de la oferta de equipamientos y servicios.
Las estadísticas nos demuestran que entre un 40% y un 70% de la población de grandes ciudades vive de forma irregular, en la informalidad.
En las ciudades no planificadas la ilegalidad urbana, dejó de ser la excepción y pasó a ser la regla, un fenómeno estructural en la producción de la ciudad.
Las prácticas de ilegalidad en las formas de acceso al suelo y a la vivienda no son en modo alguno restrictivas de los pobres, también es frecuente las practicas ilegales entre los grupos mas privilegiados como los “condominios cerrados” que entre otros efectos negativos impiden la libre circulación y acceso a bienes de uso común como áreas verdes y equipamiento publico.
El tema es tan recurrente y parece ser que los gobiernos locales y nacionales de la región no tienen interés en una posible solución. Caso contrario los urbanistas no estarían hablando siempre de los mismos temas, ¿Será la incapacidad de los profesionales urbanistas para proponer estos temas a los gobernantes, que se deja un gran problema sin solución, o simplemente los gobernantes no prestan la debida atención?